miércoles, 1 de abril de 2009

Loca la esperanza de volver a encontrarte y fugaces los sueños en los que te encuentro. Dormida siempre, soñando el calor de tus abrazos, esperando el tibio sonido de tu aliento. Se apaga todo esto y veo ya el fin del viaje. Nada ha concluido, sigo sentada en la orilla del recuerdo, releyendo en mi memoria, el libro inacabado de mi vida. Cuántas veces he necesitado abrazarte en estos dias, cuántas palabras no pronunciadas me queman en la boca y se agolpan en mis lágrimas. No conozco consuelo, ni encuentro el sosiego y la calma que he buscado. Nada hay ya que me sostenga en pie, más que tu recuerdo.

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