sábado, 28 de febrero de 2009

Le asustan, los ruidos y también la tranquilidad. Le gustan, los mimos pero respira en soledad. Se hace fuerte ahí, dónde no lo vi y se esconde, siempre que hay maldad. El vive, escondido conversando con su piedad. Se queda, en vilo para no tener que soñar, y ahuyenta, sus ganas luego se las pone a buscar. Y se enreda ahí, dónde sí lo vi y le encanta, no poder robar. Se roba, a sí mismo para poder continuar, sin probar. Sólo una vez pudo reírse, de su contradicción y de volar, como si fuera un pez que ahora camina, cumpliendo una misión. Sólo una vez pudo aguantarse, de querer existir, logró burlarse del sentido común y de las cosas que no saben morir.

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